31 de enero de 2008

Fricadas

¿Cómo se le puede hacer esto a un dios primigenio? ¡¿Dónde queda el respeto por la deidad?! ¡¡¡A lo que hemos llegado!!! Aaaagghhh!!!!! Y eso que no habéis visto sus imágenes con Hello Kitty...
Eso sí, a pesar de todo, ¿acaso no es adorable? Hehehehe...

24 de enero de 2008

¿...?

Conversación telefónica 1:

- Hum... me aparece el billete en la pantalla..., ¿qué hago?

- ... Imprímalo... [O_O]

- Eh... ¿cómo lo hago?

- ... Pulsando sobre el botón de imprimir que le aparece en el archivo, el que tiene el dibujo de una impresora... [O_O] ...

- Aaahhh... vale, vale... A ver...

- ... [O_O] ...

- Sí, ya está imprimiendo. Gracias.

- Gracias a usted por su llamada. Hasta luego.

- Adios.

O_O


Conversación telefónica 2:

- ¿El "origen" es de donde salgo o hacia donde voy?

O_O

21 de enero de 2008

Breve biografía

Norma R. Stevenson nació en 1895 en Savannah (Georgia, EE.UU.) en el seno de una familia adinerada. Su padre, Louis W. Stevenson, era un importante comerciante: su flota de pesqueros era la mayor del Estado.

A la edad de cinco años, Norma, sufrió una rotura de tobillo, la cual la condenó a una ligera cojera que, junto con su introversión natural y una ligera tartamudez en momentos de nerviosismo o efusividad, sería uno de los factores que la condenaría al ostracismo entre los demás niños de su edad. Tímida, con tendencia a la soledad y la divagación fantástica, Norma, fue creando un universo propio en el que se sentía cómoda y arropada. Sin embargo, su cojera, no fue un impedimento para las actividades deportivas, en las que destacaba sobreponiéndose a su inicial dificultad.

Cuando contaba apenas siete años de edad sus padres desaparecieron en misteriosas circunstancias durante una travesía a Nueva York. El único superviviente fue el patrón del barco a quien encontraron a los tres días de haber partido la nave del puerto, en la orilla, con la ropa hecha jirones, mirando al mar sin ver, mientras balbuceaba incoherencias: hubo de ser internado en un sanatorio. Louis y su esposa, Anne, fueron dados por muertos tras seis meses de intensa búsqueda infructuosa. Desde ese momento, Norma, quedó bajo la tutela de su tía Roberta, la hermana mayor de su padre, una mujer estricta, dominante, con una marcada agorafobia, la cual, unida a su fotosensibilidad, hacía que permaneciera encerrada en casa entre penumbras. La niña hubo de acostumbrarse a esta nueva situación de reclusión hogareña, para ello se refugió en la extensa colección de libros de su tía, cuya biblioteca era la mayor de la ciudad. Así, podía viajar a mundos que le eran ajenos y descubrir pueblos y gentes diferentes.

A los dieciochos años de edad, su tía, la envió a Boston para que pudiera iniciar sus estudios universitarios de Antropología en la Universidad de Harvard. Cuando dos años después murió Roberta, Norma, recibió en herencia la gran biblioteca de su tía, así como la posibilidad de disponer libremente de la fortuna de sus padres, cuyo negocio seguía funcionando. Decidida a dedicarse por entero a los libros, su pasión, abrió una librería en Boston, una parte de la cual dedicó a préstamo de libros (aquellos que habían pertenecido a su tía y que no podía albergar en su pequeño apartamento) Sería Spencer Becker Jr., abogado de Becker & Thory e hijo del abogado de sus padres y antiguo albacea de su fortuna, quien se haría cargo del mantenimiento y administración del negocio paterno en Savannah por orden de Norma que quedaría únicamente como beneficiaria.

La vida de Norma transcurría tranquila, dentro de la rutina que tanto la serenaba, hasta que un día a mediados de 1920...

9 de enero de 2008

Serenidad

tick-tack...tick-tack...

Durante dos minutos no sonó el teléfono.

tick-tack...tick-tack...

Pudiste contarlos.

tick-tack...tick-tack...

Fuiste feliz.

6 de enero de 2008

Un poco de humor.

Working. No hay apenas llamadas. Si no fuera por la hora de salida sería un día de trabajo perfecto: tranquilo y dedicado a leer y navegar por la red. Demasiado bueno para ser verdad, se ve que los regalos mantienen a los usuarios lo suficientemente entretenidos como para no tener la necesidad de contar su vida a desconocidos (que es lo que suelen hacer normalmente cuando llaman) Lo siento, pero para eso están los psicólogos colegiados y a mi no me pagan por ser consejera: desafortunadamente, pues mi sueldo se incrementaría notablemente.

Este nuevo año he decidido disfrutar de las cosas buenas que me pasen y no pensar en las malas más que lo estrictamente necesario, esto es, muy poco. Siguiendo los consejos y razonamientos lógicos del gran Christopher Boone. Y, a pesar de que sé a ciencia cierta que a nuestro protagonista no le gustan los chistes (sólo sabe contar tres) a vosotros no creo que os ocurra lo mismo, así que aquí teneis unas cuantas viñetas. ¡Disfrutadlas y aprovechad el día!





3 de enero de 2008

Desde el carajo (en su aceptación marina ;D)

Un año comienza. Preguntarse por lo que traerá consigo no hace más que eliminar la sorpresa de lo que está por venir. Sería como condecorarse antes de haber realizado una hazaña o poner una tirita previo sangrado de la herida aún no producida.

Anticiparse a los hechos sólo conlleva ansiedad: son tantas las posibilidades... Nunca he creido en el destino sino en la elección personal. Algo ocurre, no es un hecho aislado, otra acción lo provocó, la cual, a su vez, es resultado de una anterior, que resulta de otra anterior, etc. Además, dicho hecho traerá consigo una serie de consecuencias que, a su vez, provocarán nuevos acontecimientos, de nuevo etc. Y en todos estos casos ha habido una elección: eso es lo más interesante de todo.

Nuestras decisiones están condicionadas por las circunstancias (temporales, personales, de lugar,...) No podemos elegirlas, nos vienen impuestas pero sí que podemos sobreponernos a ellas, adaptarnos, modificarlas. No hay nada inamovible.

Disfruto de los cambios, traen todo un abanico de posibilidades consigo, nuevas sorpresas. En ocasiones los tomo con recelo, en otras con dolor o rabia, alegría o indecisión, o desconcierto, pero siempre intento aprender algo de cada uno de ellos, al mismo tiempo que no dejo de avanzar. Hay que moverse.

El año comenzó de la mejor manera posible y cada vez toma un mejor rumbo. Claro que puede haber tormentas, corrientes inesperadas, ligeras marejadas y periodos de calma chicha pero, ¿cuál sería la gracia del viaje si nada inesperado ocurriera en el mismo? ¿Qué clase de mzungus seríamos si dejáramos de caminar por el temor a lo desconocido?

Sigo adelante, disfrutando del viaje, aprendiendo (sé que soy buena alumna ;D), esperando (ocurra lo que ocurra) llegar a buen puerto y en estos momentos noto el viento a favor.