24 de junio de 2008

The move

Todo era un caos. Mirara donde mirara había cajas llenas de..., de..., la verdad, ahora no sabría decir de qué. ¡Cómo se pudieron reunir tantas cosas en tan poco tiempo! Aunque, pensándolo bien, no ha sido "tan poco": esta no fue nuestra primera mudanza.

Todo comenzó el viernes con el traslado de pequeñas cosas y continuó el sábado. Tras el alquiler de la furgoneta-camión, en Chamartín, llegó el momento de bajar de "vieja casa" las cajas más pesadas y empezar a cargarlas, afortunadamente para nosotros (sobre todo para kine que fue quien cargaba lo más pesado, ya que yo seguía un tanto convaleciente) llegó InsertCoin para echarnos una mano y unas risas, todo sea dicho. Una vez que estuvimos listos partimos en busca de la cama, el colchón, las mesillas, etc., productos que había que recolectar en otro huerto. Todo cupo en la furgoneta-barco, que era grande como ella sola, y volvimos a partir, esta vez con rumbo "nueva casa".

Llegados allí, kine se plantó y dijo que hacía demasiado tiempo que él no conducía un coche como para aparcar esa fugoneta-trolebús, que lo hiciéramos alguno de nosotros, así que me puse al volante de la misma y aparqué a la primera (tenía que dejar constancia de esto, así como del hecho de que no me dejaras conducir la furgoneta después de que tras llevarla un ratín dijeras que lo hacía muy bruscamente, que no me daba cuenta de que no llevaba un deportivo sino una furgoneta-transatlántico y bla, bla, bla..., pero es que yo sé que hay que darles caña, para ese vehículo 90km/h por ciudad no es nada, menudencias) Ya vuelvo. Tras descargar todo, nos quedamos en casa de Lo esperando a Lau y una vez que estuvimos los cinco Lo nos invitó a comer, hecho que aún agradecemos :D Tras una divertida sobremesa (historias "quiero algo" incluidas ;p) nos marchamos al **** (paso de marcas) a comprar cositas que aún necesitábamos cuatro de nosotros.

A la vuelta del ****, una vez descargado lo último, pudimos llevar la furgoneta-plataforma pretolífera a Chamartín de nuevo despidiéndonos de ella apropiadamente.

El domingo, más de lo mismo pero en coche. El lunes más de lo mismo again. Ayer por la tarde, con el dormitorio y la estantería maravillosamente montados por kine (bonito!!) el piso ya tenía aspecto de vivienda. Sin cajas por en medio, sin plásticos, sin restos de nada. Ahora sólo queda lo más complicado tras una mudanza, pero también lo mejor: convivir. Aunque no sé por qué me da en la nariz que no se nos va a dar del todo mal...

:D

16 de junio de 2008

Siempre hay una primera vez...

Es curioso como un pequeño incidente puede trastocar nuestra rutina de golpe y porrazo (nunca mejor dicho en este caso) Hace más de un mes que conduzco a Mara de forma habitual y en todo ese tiempo, exceptuando algunos sustos puntuales, nunca tuve ningún problema, caída, encontronazo, etc. Es más, el miércoles pasado, cuando volví a cogerla después de unos días de lluvia, me di cuenta de lo bien que me había hecho a ella, de lo agradable que me resultaba conducirla y de lo segura que me sentía sobre ella.

Esta mañana, por unos instantes, cambió todo cuando un elemento ajeno a mí, llamémosle coche, decidió que no le merecía la pena frenar para mirar a su derecha antes de atravesar el carril bus-moto-taxi. La casualidad (aunque hay quien dice que las casualidades no existen) quiso que en ese preciso instante Mara y yo circuláramos por dicho carril. Cuando quise darme cuenta le tenía encima; un instante después me había golpeado.

Mara se encabritó. Me costó controlarla. Caímos. Noté como mi cuerpo golpeaba el asfalto y se arrastraba por el mismo; cuántos metros, no sabría decirlo. La cabeza no cayó hasta el último momento, cuando ya todo había pasado (bendito casco) Me quedé un rato tumbada en el suelo, intenté moverme y lo conseguí sin dificultad pero magullada. No sabría describir lo que sentí en esos momentos cuando todo era tan confuso. Sólo sé que intuí antes de que me golpeara que iba a hacerlo, que me caería y que iba a doler; sin embargo, dolió mucho menos de lo que pensaba/esperaba.

Me incorporé lentamente y otro motero, uno de los tres que circulaban tras de mí en el momento del accidente, me ayudó a ponerme en pié y me preguntó si estaba bien, contesté que sí y rompí a llorar. Me temblaban las manos. El llanto fue breve, apenas segundos. Entre los tres chicos levantaron la moto y la acercaron al arcén.

Cuando llegó el conductor del coche le cayó "la del pulpo" (de forma verbal) por parte de uno de los chicos, a mí aún me costaba hablar. Todos me dejaron sus teléfonos, su nombre y sus apellidos, por si tenía algún problema y tras asegurarse por sexta vez de que estaba bien se marchan a trabajar.

El otro conductor, pálido del susto, y yo nos quedamos haciendo el parte. Era de León, la primera vez que venía a Madrid y estaba medio perdido. No le justifico, antes de efectuar un giro que implique invadir otro carril, debes asegurarte de que no circula ningún vehículo por el mismo. Si en lugar de ser yo hubiera sido un autobús... Hay cosas en las que prefiero no pensar.

Cuando terminamos el parte, nos despedimos. Subí en Mara, la arranqué y volví a ponerme en marcha, con dificultad porque el pedal del embrague acusó el impacto curvándose hacia arriba de forma que cambiar de marcha se convierte en un handicap. Descubrí que no tengo miedo y que sigo queriendo a Mara como el primer día.

Llegué al trabajo, conté lo ocurrido y me mandaron al médico del seguro. Allí me hicieron pruebas para asegurarse de que eran sólo contusiones lo que tenía. Me prescribieron un día de reposo (hoy) Mañana ya se verá...

Ahora estoy en casa, con la rodilla izquierda como una patata de gorda y de color morado berenjena. Cotusiones en brazos, cadera, muslos y espalda y abrasiones en el empeine y tobillo izquierdos. Nada para lo que podía haber sido. Mi pena mayor es que he tenido que dejar a Mara aparcada frente al curro, pero pronto la tendré de vuelta. Me considero muy afortunada, la verdad.

Creo que hoy me dejaré mimar...

9 de junio de 2008

Crash

Pesadillas recurrentes. Palabras inconexas. Nula capacidad exponencial. Pensamiento opaco. Cansancio.

Las musas no están. Despierto a una realidad difícil de afrontar: quizás nunca estuvieron.