Un año comienza. Preguntarse por lo que traerá consigo no hace más que eliminar la sorpresa de lo que está por venir. Sería como condecorarse antes de haber realizado una hazaña o poner una tirita previo sangrado de la herida aún no producida.
Anticiparse a los hechos sólo conlleva ansiedad: son tantas las posibilidades... Nunca he creido en el destino sino en la elección personal. Algo ocurre, no es un hecho aislado, otra acción lo provocó, la cual, a su vez, es resultado de una anterior, que resulta de otra anterior, etc. Además, dicho hecho traerá consigo una serie de consecuencias que, a su vez, provocarán nuevos acontecimientos, de nuevo etc. Y en todos estos casos ha habido una elección: eso es lo más interesante de todo.
Nuestras decisiones están condicionadas por las circunstancias (temporales, personales, de lugar,...) No podemos elegirlas, nos vienen impuestas pero sí que podemos sobreponernos a ellas, adaptarnos, modificarlas. No hay nada inamovible.
Disfruto de los cambios, traen todo un abanico de posibilidades consigo, nuevas sorpresas. En ocasiones los tomo con recelo, en otras con dolor o rabia, alegría o indecisión, o desconcierto, pero siempre intento aprender algo de cada uno de ellos, al mismo tiempo que no dejo de avanzar. Hay que moverse.
El año comenzó de la mejor manera posible y cada vez toma un mejor rumbo. Claro que puede haber tormentas, corrientes inesperadas, ligeras marejadas y periodos de calma chicha pero, ¿cuál sería la gracia del viaje si nada inesperado ocurriera en el mismo? ¿Qué clase de mzungus seríamos si dejáramos de caminar por el temor a lo desconocido?
Sigo adelante, disfrutando del viaje, aprendiendo (sé que soy buena alumna ;D), esperando (ocurra lo que ocurra) llegar a buen puerto y en estos momentos noto el viento a favor.
1 comentario:
Vaya, vaya... Desde el carajo escribes muchísimo más... Yo lo entiendo, a mí salir a la calle también me daría un poco de respeto :P
(Por cierto, en mi actualización del fotolog del 31 intervienes un poco :P)
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