Vetadas mientras viviera en casa de mis padres; al alcance de mi mano una vez que hubiera salido de allí. Su oposición no es acérrima, si bien el rechazo sigue vigente, pero ya sólo tienen opinión.
Hoy fue mucho mejor de lo que esperaba. Además, los nervios han pasado: sé que puedo hacerlo
:)
29 de febrero de 2008
20 de febrero de 2008
Looking back
El color plomizo del cielo los días de lluvia me relaja. Me hace recordar las tardes de los domingos otoñales de mi infancia, aquellas en las que un chocolate caliente con galletas era todo un manjar. En las que mirabas con ojos "golosos" como las gotas de lluvia formaban charcos en la calle, los cuales te dispondrías a pisar en cuanto salieras de casa protegida por tu chubasquero (azul, en mi caso) y tus katiuskas (amarillas, por supuesto, de ese amarillo pollo inconfundible), los cuales servían de poco ante la fuerza con la que saltabas.
Añoro esas tardes cuando llegaba a casa empapada y mi madre me miraba de forma condescendiente mientras me ayudaba a quitarme la ropa mojada en el baño para que me diera una ducha. Cuando mi padre me preparaba un caldo caliente por la noche y me lo servía en un tazón en el que previamente había introducido un trocito de jamón, de forma que cuando terminaba de bebermelo siempre encontraba una "sorpresa".
En algún momento torcí mi rumbo y empecé a caminar sola, a seguir mi propia senda, me alejé de ellos. Ahora los he reencontrado y son distintos, soy distinta, y me gusta: somos pares porque fui capaz de aceptar en su momento que no son infalibles, que nadie lo es. A veces, mientras me hablan o cuando no se dan cuenta, les miro atentamente y pienso en cómo ha pasado el tiempo. Para ellos. Para mí.
Hoy mi chubasquero es rojo y ya no llevo katiuskas, pero aún sigo pisando charcos...
Añoro esas tardes cuando llegaba a casa empapada y mi madre me miraba de forma condescendiente mientras me ayudaba a quitarme la ropa mojada en el baño para que me diera una ducha. Cuando mi padre me preparaba un caldo caliente por la noche y me lo servía en un tazón en el que previamente había introducido un trocito de jamón, de forma que cuando terminaba de bebermelo siempre encontraba una "sorpresa".
En algún momento torcí mi rumbo y empecé a caminar sola, a seguir mi propia senda, me alejé de ellos. Ahora los he reencontrado y son distintos, soy distinta, y me gusta: somos pares porque fui capaz de aceptar en su momento que no son infalibles, que nadie lo es. A veces, mientras me hablan o cuando no se dan cuenta, les miro atentamente y pienso en cómo ha pasado el tiempo. Para ellos. Para mí.
Hoy mi chubasquero es rojo y ya no llevo katiuskas, pero aún sigo pisando charcos...
14 de febrero de 2008
11 de febrero de 2008
Tres
Pasé gran parte de la tarde pensando en qué podría escribir pero no era capaz de encontrar las palabras adecuadas. Redactaba, tachaba, volvía a redactar, dejaba la frase a la mitad... Parecía que nada era lo suficientemente bueno o acertado.
Faltaba algo, mucho de hecho, faltaba yo. Era como si las palabras formaran expresiones vacías: no acertaba a poner por escrito todo lo quiero decir tal y como quiero decirlo.
Nunca se me dio demasiado bien expresar lo que siento y mucho menos escribirlo, prefiero demostarlo. Es por eso por lo que quiero que mis sentidos te hablen por mí.
Faltaba algo, mucho de hecho, faltaba yo. Era como si las palabras formaran expresiones vacías: no acertaba a poner por escrito todo lo quiero decir tal y como quiero decirlo.
Nunca se me dio demasiado bien expresar lo que siento y mucho menos escribirlo, prefiero demostarlo. Es por eso por lo que quiero que mis sentidos te hablen por mí.
7 de febrero de 2008
¿...?
He caído en la cuenta de que si mi vida fuera un manga, pasaría la mayor parte del día caída en el suelo con los pies para arriba o con una gota enorme resbalando por un lateral de mi cabeza...
O_oU
O_oU
6 de febrero de 2008
Multimarketing
Pensaba que nunca me encontraría cara a cara con el famoso "sistema piramidal" de ventas, ilusa de mí!!! Ayer asistí contenta y decidida a lo que creí sería una entrevista de trabajo para un puesto de atención al cliente; sin embargo, cuán grande fue mi sorpresa cuando al llegar al lugar de la cita me encuentro con que se me asigna una silla entre treinta (ocupadas a su vez por otras tantas personas) y se me pide que atienda al video que se pasa en una pantalla ubicada al fondo de la sala. Me informan, así mismo, de que después nos ofrecerán una presentación de la empresa y que más tarde tendremos una entrevista personal con la persona que nos citó. Intrigada, decido que no pasará nada por que me quede un rato para averiguar qué es lo que quieren de nosotros.
El video en cuestión no era más que una sucesión de imágenes de los acontecimientos deportivos que han sido, en parte, patrocinados por la empresa cuyo nombre no daré; acompañadas estas de un hilo musical en el que pude escuchar "joyas" de los Backstreet boys, Britney Spears, Christina Aguilera, etc, etc. A pesar de todo, aguanté estoicamente mientras tarareaba mentalmente canciones de Bunbury, Quique González o Ayreon entre otros.
Quince minutos después, un señor en apariencia afable y que pretendía ser gracioso, subió a la palestra y pidió que desconectaran la música: sólo por ese gran favor realizado en pro de mis oídos y mi salud mental, ya mereció que le escuchara unos diez minutos. No estuve más.
El hombre (así, a secas, no recuerdo como se llamaba) empezó contándonos la historia de la compañía, intentando vendernos la moto de lo maravillosa que era y de los pingües beneficios ("Hablamos de billones de dólares...") que proprocionaba. Tras la aburrida introducción, pasó a explicarnos la forma en la que podíamos ganar mucho dinero, llegando incluso a referirse a "incalculables beneficios" ¡Oh! ¡Cuán generoso es aquel que decide compartir su sabiduría con el resto de los mortales! ¡Cuán dadivoso quien en lugar de enriquecerse solo, transmite sus conocimientos a aquellos pocos iluminados que quieran escucharle! Pues es para ellos para quienes hablaba: "Hablo, no para los treinta que estais aquí, sino para los cuatro, cinco o seis que sois tan inteligentes como para reconocer la maravillosa oportunidad que se os brinda: la de entrar en un negocio rentable, en una empresa en expansión, la de ganar dinero a espuertas..."
Yo no fui tan inteligente. Quizás es que me he sobreestimado todos estos años y no soy más que una persona anodina, futil, banal, con poco orden en sus pensamientos y escasez de miras, poco reflexiva, en una palabra: ignorante. Quizás, y esta idea me gusta mucho más, él no era más que un embaucador, un encantador de serpientes, un hábil prestidigitador que intentaba convencernos de que el espejismo, efectivamente, era real.
Quería irme, salir de allí, de aquel lugar donde me insultaban con tanta desfachatez y tan poco disimulo. Fue cuando empezó a hablar del multimarketing que no aguanté más, me levanté de la silla y, con la cabeza bien alta, abandoné la habitación seguida por otras cuatro personas que decidieron, como yo, que ya estaba bien de cuentos, que bastaba por hoy. "Buscad adeptos, convencedles de que la empresa es rentable y que se puede hacer dinero a espuertas y lograreis enriqueceros." (Este último entrecomillado no son palabras textuales, pero así fue como sonó su discurso en mi cabeza)
Escapé triste, asqueada, preguntándome a mí misma si realmente es eso todo a lo que puedo optar, cuestionándome mis propios valores, mi inteligencia, mi saber hacer y, lo que es peor, las decisiones que tomé en el pasado. Pude haber optado por una carrera con más salidas, pero entonces me habría engañado a mí misma y ¿acaso eso me hubiera hecho más feliz? No lo creo. Puede que nunca llegue a encontrar un trabajo en mi campo, que tenga que buscar otras opciones para poder vivir, pero siempre he pensado que mi trabajo es lo que hago, no lo que soy. Si ambas situaciones coincidieran sería increiblemente feliz, pero el que no lo hagan no me convierte en desgraciada. Hay tantas personas y cosas maravillosas en mi vida que son muchísimo más importantes que mi trabajo que no merece la pena darle vueltas a algo tan nimio. Soy lo que soy: antropóloga (también tengo algo de escritora en ciernes) Mi trabajo es sólo un sueldo (y bien que me lo gano xD)
El video en cuestión no era más que una sucesión de imágenes de los acontecimientos deportivos que han sido, en parte, patrocinados por la empresa cuyo nombre no daré; acompañadas estas de un hilo musical en el que pude escuchar "joyas" de los Backstreet boys, Britney Spears, Christina Aguilera, etc, etc. A pesar de todo, aguanté estoicamente mientras tarareaba mentalmente canciones de Bunbury, Quique González o Ayreon entre otros.
Quince minutos después, un señor en apariencia afable y que pretendía ser gracioso, subió a la palestra y pidió que desconectaran la música: sólo por ese gran favor realizado en pro de mis oídos y mi salud mental, ya mereció que le escuchara unos diez minutos. No estuve más.
El hombre (así, a secas, no recuerdo como se llamaba) empezó contándonos la historia de la compañía, intentando vendernos la moto de lo maravillosa que era y de los pingües beneficios ("Hablamos de billones de dólares...") que proprocionaba. Tras la aburrida introducción, pasó a explicarnos la forma en la que podíamos ganar mucho dinero, llegando incluso a referirse a "incalculables beneficios" ¡Oh! ¡Cuán generoso es aquel que decide compartir su sabiduría con el resto de los mortales! ¡Cuán dadivoso quien en lugar de enriquecerse solo, transmite sus conocimientos a aquellos pocos iluminados que quieran escucharle! Pues es para ellos para quienes hablaba: "Hablo, no para los treinta que estais aquí, sino para los cuatro, cinco o seis que sois tan inteligentes como para reconocer la maravillosa oportunidad que se os brinda: la de entrar en un negocio rentable, en una empresa en expansión, la de ganar dinero a espuertas..."
Yo no fui tan inteligente. Quizás es que me he sobreestimado todos estos años y no soy más que una persona anodina, futil, banal, con poco orden en sus pensamientos y escasez de miras, poco reflexiva, en una palabra: ignorante. Quizás, y esta idea me gusta mucho más, él no era más que un embaucador, un encantador de serpientes, un hábil prestidigitador que intentaba convencernos de que el espejismo, efectivamente, era real.
Quería irme, salir de allí, de aquel lugar donde me insultaban con tanta desfachatez y tan poco disimulo. Fue cuando empezó a hablar del multimarketing que no aguanté más, me levanté de la silla y, con la cabeza bien alta, abandoné la habitación seguida por otras cuatro personas que decidieron, como yo, que ya estaba bien de cuentos, que bastaba por hoy. "Buscad adeptos, convencedles de que la empresa es rentable y que se puede hacer dinero a espuertas y lograreis enriqueceros." (Este último entrecomillado no son palabras textuales, pero así fue como sonó su discurso en mi cabeza)
Escapé triste, asqueada, preguntándome a mí misma si realmente es eso todo a lo que puedo optar, cuestionándome mis propios valores, mi inteligencia, mi saber hacer y, lo que es peor, las decisiones que tomé en el pasado. Pude haber optado por una carrera con más salidas, pero entonces me habría engañado a mí misma y ¿acaso eso me hubiera hecho más feliz? No lo creo. Puede que nunca llegue a encontrar un trabajo en mi campo, que tenga que buscar otras opciones para poder vivir, pero siempre he pensado que mi trabajo es lo que hago, no lo que soy. Si ambas situaciones coincidieran sería increiblemente feliz, pero el que no lo hagan no me convierte en desgraciada. Hay tantas personas y cosas maravillosas en mi vida que son muchísimo más importantes que mi trabajo que no merece la pena darle vueltas a algo tan nimio. Soy lo que soy: antropóloga (también tengo algo de escritora en ciernes) Mi trabajo es sólo un sueldo (y bien que me lo gano xD)
3 de febrero de 2008
...
La mañana pasó demasiado rápido; sin embargo, desde la una de la tarde el reloj parece no avanzar.
Miro a mi alrededor. Respiro. Pienso en que voy a verte. Empiezo a sonreir.
:*
Miro a mi alrededor. Respiro. Pienso en que voy a verte. Empiezo a sonreir.
:*
2 de febrero de 2008
Otros
Ayer, mientras leía acerca de la política exterior y los conflictos entre el mundo árabe y occidente, pensaba en los "ataques preventivos". No en los políticos, únicamente, sino en los que se llevan a cabo de forma cotidiana, en el día a día, esto es, en esos momentos en los que para no sufrir o guardarse de un futuro (y supuesto) dolor se tiende a atacar al otro antes de que este haya hecho nada que pudiera ofender o dañar.
En dicho texto, cuando se habla de las causas palestina o saharaui, no se defiende a las mismas o se intentan justificar sus acciones aportando una breve historia de ambos conflictos; por el contrario, lo que se hace es atacar al contrario, buscando al apoyo del lector a través de argumentos demagógicos. Habiendo estudiado ambos conflictos, he podido conocer su historia y eso ha provocado que me haya formado una opinión propia, la cual revierte en favor de ambas causas; sin embargo, al leer dicho artículo, no logré empatizar con ninguna de ellas en ese momento concreto: el texto me resultaba demasiado agresivo.
Hay muchas maneras de decir las cosas, de ganar simpatías a través del discurso, pero intentar hacerlo mediante el adoctrinamiento no es la solución. El acercamiento se produce gracias a lo conocido, a aquello que se tiene en común, a lo compartido, nunca se logra exagerando la diferencia.
Para terminar tres recomendaciones: la película "Paradise now", el documental "Cruzando el puente. Los sonidos de Estambul" y el ensayo "Orientalismo". No es mucho pero resulta suficiente.
En dicho texto, cuando se habla de las causas palestina o saharaui, no se defiende a las mismas o se intentan justificar sus acciones aportando una breve historia de ambos conflictos; por el contrario, lo que se hace es atacar al contrario, buscando al apoyo del lector a través de argumentos demagógicos. Habiendo estudiado ambos conflictos, he podido conocer su historia y eso ha provocado que me haya formado una opinión propia, la cual revierte en favor de ambas causas; sin embargo, al leer dicho artículo, no logré empatizar con ninguna de ellas en ese momento concreto: el texto me resultaba demasiado agresivo.
Hay muchas maneras de decir las cosas, de ganar simpatías a través del discurso, pero intentar hacerlo mediante el adoctrinamiento no es la solución. El acercamiento se produce gracias a lo conocido, a aquello que se tiene en común, a lo compartido, nunca se logra exagerando la diferencia.
Para terminar tres recomendaciones: la película "Paradise now", el documental "Cruzando el puente. Los sonidos de Estambul" y el ensayo "Orientalismo". No es mucho pero resulta suficiente.
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