3 de noviembre de 2007

Glub, glub...

Primer día de buceo superado!!! Ha sido increible y eso que estábamos en aguas confinadas (como veis ya empiezo a dominar la jerga de los buceadores, jejeje, y que conste que "los buceadores son divertidos", eh Sandra? :D)
La mañana comenzó con un tremendo, pero muy dulce, madrugón. Lo primero fue debido a que el curso comenzaba bastante temprano, de lo segundo no pienso hablaros que todo quereis saberlo: cotillas!!
En el coche íbamos cinco pero sólo hablaban dos, el resto asentíamos con la cabeza (en mi caso al pricipio eran cabezadas...)
Llegamos al centro; conocemos a la sexta alumna; se presenta el profesor; pasamos la mañana enfrascados en la teoría. Podemos obviar esta parte, lo mejor llegó a partir de las cuatro y media de la tarde...
Después de repartirnos el equipo y montar nuestro "atillo" (chaleco, gafas, aletas, octopus) nos disponemos a "embutirnos" (nunca mejor dicho) en el traje de neopreno. Una vez alcanzado nuestro objetivo, que trabajo nos costó, nos colocamos los escarpines (en los pies) y los plomos (a la cintura), cargamos con el atillo y la botella y nos dirijimos a la piscina. Una vez allí nos terminamos de preparar.
Imaginaos la situación: vestidos con el neopreno agobiante (que, eso sí, desde el punto de vista frívolo, nos hacía un tipín estupendo), los escarpines, los plomos a la cintura, el chaleco (un poco hinchado) con la botella a la espalda, el octopus conectado a la botella a la altura de la nuca y del que salen: por el lado izquierdo, el manómetro (que llevamos en el bolsillo o colgando, para gustos...) y el latiguillo (que se engancha a la tráquea, que sale del chaleco, del lado izquierdo) y a la derecha los dos reguladores, el nuestro y el de emergencia (que, por cierto, fue por el primero que intenté respirar yo, jejeje, que ridículo)
Y a todo lo anterior hay que sumarle: gorro, gafas y aletas.
Teníamos que caminar encorvados!!
Eso sí, cuando te lanzas al agua... aparecen complicaciones nuevas: no dejas de girar sobre tí misma, te vas para todos los sitios, nos chocábamos unos con otros, un compañero se llevó un aletazo que le hizo soltar el regulador... (y no, no fui yo) Vamos, un caos, que luego dejó de serlo para pasar a convertirse en una experiencia muy enriquecedora pese a lo limitado del espacio (una piscina siempre será una piscina)
Podría pasar horas escribiendo sobre esto, pero no lo voy a hacer. Primero porque prefiero contároslo en persona, tenemos hasta anédotas y eso que sólo estuvimos cuatro horas... :D Segundo, porque considero que el fin de semana que viene, en Calpe, acumularé muchas y más entretenidas cosas que contar: tres inmersiones cerca de la orilla y una en mar abierto, da que pensar. Tranquilos, procuraré apartarme de los agujeros en las rocas, no pretendo invadir el territorio de ninguna morena y/o congrio. Tercero: porque estoy cansada.
Hay un diálogo en "El corazón de las tinieblas" de J. Conrad del que me acuerdo siempre. No importa cuánto de ilusionada esté con algo ni las ganas que tenga de contarlo y compartirlo con los demás, que cuando llega el momento en que puedo decirlo, me deja de apetecer hablar. Conrad me dio una pequeña pista para entender por qué podía ser así, pero es tan deprimente... Lo cual no implica que haya dejado de creer que es cierta... Es por ello que muchas de las quejas que recibo cuando cuanto algo son del tipo "eso no lo habías contadao, ¿por qué?" o "¡qué callado lo tenías!" o "y, ¿a qué esperabas para decirlo?" Sin embargo, esta vez quedais advertidos: no os vais a librar de mis anécdotas subacuáticas. Pienso contarlas.

2 comentarios:

0 dijo...

uuh! qué misterio, qué intriga, qué desazón! Cuenta, cuenta! jeje..

fisi dijo...

Pues claro que somos divertidos. Hacemos amigos y nos cambiamos los teléfonos para quedar con nuestros amigos buceadores jajaja

La verdad es que ha sido un fin de semana intenso. Entre la gente que hemos conocido, las nuevas sensaciones debajo del agua (y no me refiero al "toqueteo" del puma...jeje) y la perspectiva de una inmersión bajo el mar el finde que viene, no hemos tenido tregua.

Pero prepárate que si esto ha sido así en Madrid, en Calpe va a ser... un despiporre!