Se echan sobre mí sin piedad. Me muerden, arañan, pegan patadas y pisotean. Intentan alcanzar mi pelo para tirar de él pero, afortunadamente, no lo consiguen. Suerte que son más bajos que yo, así tampoco llegan a la cara.
Estoy rodeada. Intento zafarme pero se agarran a mis piernas y brazos con tal fuerza que dificultan enormemente mis movimientos.
Consigo liberarme; me abro camino entre la marabunta. Sus agudos gritos taladran mis oídos; no puedo soportarlos. Nada que hacer, necesito las manos para defenderme de sus ataques.
Me digo que no es inmoral, ni mezquino, simplemente actúo en defensa propia, así que comienzo a atacar. Al fin y al cabo sólo son niños de cinco años y puedo con todos.
2 comentarios:
Eres extremadamente débil. Hasta Ana te derrotaría con sencilla tranquilidad.
Despiadados. Los niños me aterran.
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