Así, con ellos cerrados parece que duele menos, incluso resulta más sencillo aislarse del ruido.
Respiras profunda y lentamente, notando como, poco a poco, se van llenando tus pulmones. Espiras, con la misma lentitud, dejando salir el aire entre tus labios entreabiertos. Intentas mantener el ritmo, recostada en la silla, manos sobre los muslos.
Empiezas a pensar en lo que dijiste... "¡Para! ¡Otra vez no! ¡No quiero volver a eso...!"
Abres los ojos y el dolor aumenta. Acusas la claridad, toda la luz que te rodea. Tu respiración vuelve a ser entrecortada.
Si sólo el teléfono dejara de sonar...
2 comentarios:
A lo largo de nuestras vidas profesionales siempre nos encontraremos con imbéciles que hagan un pequeño infierno nuestro día... por éso es tan importante desconectar cuando sales del trabajo.
Un beso pequeñaja, no dejes nunca de sonreir.
jejeje, al principio parecía que hablabas del curso de buceo...
un beso linda!
Publicar un comentario