8 de octubre de 2007

Banana


Banana es pequeña, peluda, suave; tan blanda por fuera, que se diría toda de algodón, que no lleva huesos... Y aquí acaban todas las coincidencias de Banana con Platero. Ella no tiene ojos "como dos escarabajos de cristal negro", sino azules. Y cuando la llamo "¿Banana?", no "viene a mí con un trotecillo alegre, que parece que se ríe...", al contrario: me mira fijamente durante un buen rato, como si se preguntara qué es lo que quiero de ella, para después pasar a apartar la mirada y concentrarse en otra cosa.
Me gusta cuando salta a los bajos de los pantalones de mi hermano (al fin y al cabo es su gata) y se agarra a ellos con tal fuerza que mientras él camina la lleva arrastrando detrás. También cuando intenta morderle el dedo gordo del pie; cuando salta de la cama a su cojín; cuando se apoya sobre las patas traseras; cuando me lame la mano con su lengua de lija...

La conocí este fin de semana con su pelo erizado, sus uñas como alfileres y su naricita mojada y ya me ha conquistado. Se ve que soy una chica fácil... jejejeje.
Hasta su nombre me gusta "Banana", Ba-na-na. Es una de mis palabras favoritas, curioso. [También lo son boniato, batata, astromelia, capicúa, palíndromo, mzungu, hipotenusa, banqueta, toronjil..., pero esto es otra historia] Ahora es ella la que cuenta: os presento a Banana.

1 comentario:

Laura dijo...

¡¡a mí también me ha consquistado, y eso sin verla en directo!!

No sé dónde leí que los cachorros son tan mooooonos porque si se quedan solos en este mundo de dios, aumentan las probabilidades de que cualquier adulto de otra especia (o la misma) los adopte...

¡Un besote guapa!